Déjame que te cuente una historia. En Octubre de 2008 estuve en la Expoquimia de Barcelona. Estaba acabando la carrera, una Ingeniería Industrial en la que, además, había hecho la especialidad de Industrias Químicas, con lo cual era un evento apasionante para mi. Iba con gente de cursos inferiores porque acompañaba a mi tutor del proyecto (ya había entrado en el laboratorio en el que, finalmente, acabaría siendo doctor). Pero, como la vida es como es, Queen iba a dar un concierto el 24 de Octubre. En Murcia. Pero yo estaba en Barcelona.
Esto no suponía un problema grave porque, en realidad, el viaje acababa ese mismo viernes. La única salvedad era que el autobús llegaría a Murcia con el concierto empezado. Y yo no quería eso. Por tanto, tenía que volverme en tren. Era la mejor opción y me permitía “dormir la mona” de un viaje muy intenso.
Cuando llegué a la estación di una vuelta por el sitio para comprarme un libro. Como ya estaba pensando que dar clases podía convertirse en algo más que un trabajo para pagarme los caprichos durante mis años de universidad, me compré un libro cuyo título me llamó la atención.
Al poco rato, indicaron que los trenes se habían cancelado por un accidente que había en torno a Castellón, con lo cual no podría volver a Murcia en tren. Intenté ir a alquilar un coche, pero todo el mundo se me había adelantado. Intenté volver en algún autobús que saliera cuanto antes, pero no se podía.
Por suerte para mi, tenía comodín del autobús particular que la universidad nos había facilitado. Pero llegaría media hora tarde. Cuando, a medio día, me senté refunfuñando en el bus con el resto de mis compañeros, abrí la bolsa con el libro que había comprado. Era La última lección de Randy Pausch. Pero yo lo saqué por la contraportada. Ponía:
No podemos decidir qué cartas nos tocan para jugar, pero sí cómo jugamos la mano.
Me quedé de piedra. Yo no lo sabía, pero era uno de los primeros “darme cuenta” que el estoicismo y sus derivados me echaron en la cara. De hecho, el Profesor Randy Pausch era un profesor reconocido de informática que dio una “última lección” sobre cómo sería afrontar una muerte cercana. Lo bueno de esta charla y, por extensión, su libro, es que no se inventaba nada: tenía una enfermedad terminal y le quedaba de vida alrededor de un año.
Todo esto lo leí en el camino de vuelta y fue toda una revelación, ya que no conocía a este hombre.
Con el tiempo he descubierto el significado de la expresión Memento mori: recuerda tu muerte.
Así dicho parece demasiado abrupto e, incluso, un poco pesimista. Pero en realidad se trata de un recordatorio para que vivas tu vida. Porque nadie la puede vivir por ti.
Si sabemos que algún día moriremos, ¿qué sentido tiene amargarse la existencia aún incluso en estos días? Quizá lo mejor sea ver esto como una oportunidad de aprender para momentos de desdicha. Pero de eso ya hablaremos.
Os dejo de regalo la conferencia que dio Randy Pausch en su universidad:
https://www.youtube.com/watch?v=BF_uIybJEqg